FEREBEE

[Pilotos] De todas las personas involucradas en el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima, ninguna tuvo el protagonismo del mayor Thomas Ferebee, quien murió el 16 de marzo de 1999, a los 81 años. Ni Robert Oppenheimer, lider de los científicos que diseñaron la bomba; ni Harry Truman, presidente norteamericano del momento; ni Franklin Delano Roosevelt, mandatario que creó el Proyecto Manhattan; ni Albert Einstein, quien advirtió que se podía construir este tipo de destrucción mortífera.

Nadie como Ferebee. Tripulante del Enola Gay, aquel siniestro 6 de agosto de 1945, Ferebee era el hombre encargado de descubrir en el visor del avión el blanco exacto en donde debía caer Little Boy. Aunque tenía la apariencia de una bomba corriente de acero, pesaba cerca de cinco toneladas, medía cuatro metros y medio de diámetro, y llevaba en su corazón una espoleta de percusión. Debía estallar a medio kilómetro de altura. La espoleta tenía que generar una explosión en la parte trasera de esa arma.

Así se dispararía la masa de uranio 235 a una velocidad de 1.500 metros por segundo. Ferebee había estudiado los mapas de Hiroshima demasiadas veces. Por eso reconoció fácilmente el golfo, los hilos del Río Ota y las calles accidentadas. Little Boy debía caer sobre un puente, entre los canales de Honkawa y Motoyasu. Cuando descubrió el objetivo, el mayor Ferebee puso en marcha el sistema automático que liberaría la bomba en un minuto. De todas maneras nunca apartó el dedo del botón interruptor manual para un plan b, si acaso los mandos automáticos llegaban a fallar.

Lamentablemente, no hubo problemas, y después de 60 segundos, a las 8 horas 15 minutos 17 segundos, la bomba comenzó a descender con la nariz hacia abajo. El hombre que colaboró en la destrucción de más de 70 mil víctimas japonesas (cifra aproximada), falleció en Estados Unidos sin sobresaltos. Nunca se arrepintió. Era hijo de un granjero de Carolina del Norte, y de joven soñó con ser beisbolista. Incluso acudió a una prueba con los Medias Rojas de Boston. Llegó a ser soldado porque vivió en tiempos de guerra.

Ferebee tuvo infinitas oportunidades de morir en Europa, ya que lo asignaron a un comando en Inglaterra y formó parte del primer bombardero aéreo que Estados Unidos lanzó contra los nazis. Aunque tenía un nombre poderoso, Fortaleza Volante, en verdad era frágil. Demasiados soldados murieron en sus vuelos. Ferebee salió ileso de 63 misiones aéreas, muchas de ellas piloteadas por Paul Tibbets, más tarde comandante del Enola Gay.

Ante las críticas por lo que hizo, Ferebee siempre recordaba que en el entrenamiento recibido por toda la tripulación del Enola Gay en la isla de Tinian, ubicada en el Pacífico, pasó sin problemas los exámenes psicológicos que garantizaban su salud mental. Y nunca le pesó, ni antes ni después, el cargo moral de haber colaborado con una masacre tan alevosa. De hecho, durmió plácidamente durante todo el vuelo de 13 horas. Siempre repetía lo mismo: si la guerra se hubiera prolongado, los daños para el mundo se habrían multiplicado. Nueve días más tarde de haber lanzado la bomba sobre Hiroshima, Japón se rindió incondicionalmente.

El artillero Thomas Ferebee se retiró de la Fuerza Aérea de Estados Unidos en 1970. Mientras asistía a la desaparición de los otros compañeros que lo habían acompañado en la Misión 13, Ferebee sostenía que debía mantenerse en pie para defender lo que había hecho. «Se trataba de una carrera, y nosotros la ganamos. ¿Qué hubiera pasado si llegaban los alemanes? ¿Y si los japoneses conseguían la bomba? Tal vez no habría planeta Tierra». Lo cierto es que uno lamenta que Ferebee no se haya convertido en beisbolista.

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